jueves, 16 de marzo de 2017

Montaraz


Con la brújula en la mano y un croquis en la otra, el excursionista no encuentra el camino, se ha perdido en la ciudad y no sabe orientarse, lo suyo son los prados, las veredas antiguas, los senderos de montaña a montaña. Cargado de mochila, salacot, botas, cantimplora, bastones, va de calle en calle buscando la salida. 



No identifica los semáforos, los pasos de cebra ni los raíles del tranvía; los códigos urbanos no figuran en sus mapas.

Se coloca en una esquina y aguarda el movimiento del sol, es posible que el astro le ayude mientras a su alrededor la gente lo mira, incrédula: los carnavales ya pasaron y ahí está un trasnochado haciendo el ridículo.



Texto y fotos, Virgi